lunes, 7 de octubre de 2013

EUREKA



   Por alguna razón  la invisibilidad es un tema que me tiene preocupado. Estoy estudiando botánica, física y química y si me apuran física cuántica, el teorema de los vórtices lo tengo dominado y creo que con muy poco tiempo daré con ello, con la invisibilidad. Lo que más puede preocupar será el invierno y los resfriados que puedan llegar, puesto que el estudio de hacer invisible la ropa no lo domino y mucho menos la ropa interior, ya que la que uso es de algodón, no soporto los acrílicos que es donde se podría dar mejor la desaparición textil. Una vez en poder de lo que me pueda hacer invisible el mundo cambiará, temblará todo lo conocido puesto que mi intención será destrozar el sistema, solamente con el teorema de los vórtices y sus efectos colaterales, que van implícitos en el proceso, el banquero, el bancario y toda su descendencia serán transportados a Plutón en un viaje de ida, la clase política a fregar suelos, a la justicia se le pondrán unos ojos de plato con gafas de aumento incluidos y a los gerifaltes de las iglesias a una casa de lenocinio de cabeza. Se podrá comprender la ilusión que me procura esta preocupación.
   Después de seis años la preocupación ha desaparecido, me preocupaba el dominio que pudiera ejercer sobre mis semejantes, la dictadura implícita que lleva el acto de hacerte invisible, el poder absoluto, todo eso se ha quedado en un segundo plano, ya que sólo haré el bien. La pócima está a punto, el pomelo y las semillas del perifollo han sido las claves, creo que también podré volar.
   Mi experimento de momento ha sido un fracaso, una vez ingerida la pócima me desnudé delante de un espejo, primero las piernas y brazos tomaban un cariz nebuloso hasta desaparecer por completo. El estado en que me encontraba de agitación no me hizo ser prudente, salí precipitadamente de mi casa y ya en la escalera me tropecé con la del tercero que dio un gritito, me quedé parado sin decir nada, pues al parecer me había visto, corrí escaleras abajo sin prestar atención a lo que decía y sin considerar la visión de la vecina.
   Corría como un loco mirando los pies que reaparecían por momentos, la policía estaba en un estado de forma lamentable y no fue capaz de cogerme, un pequeño solar vallado me sirvió de refugio a la par que me permitía darles esquinazo y recuperar el resuello. Los pies estaban donde deben de estar y enteros, los brazos y las manos en su lugar, solamente el dedo meñique de la mano derecha se demoraba, por lo demás, como me parió mi madre.
   Seis años más y la cosa se arregló, unas gotas de vinagre de Módena colmó el vaso de la pócima, me volví invisible de una forma completa, solamente algún pelo del pubis quedaron expuestos, sin más importancia, estaban canos y pasaban desapercibidos.
  Ahora era el momento de la verdad, lo absoluto, EL PODER. Por un momento que fue especialmente sublime me sentí lleno, el súper ego me salía por las narices y lo más grande es que era gratificante como nunca imaginé. Era el momento de ligar con todas las chavalas del barrio, pero bromas aparte, me sentí como nunca, es más, cambié una bombilla sin subirme a ninguna escalera.
   Otro año más de dudas, duermevelas, cambio de sueño, perdido entre el paraíso y el infierno, sin atender a llamadas, comunicaciones esporádicas con Einstein, que por cierto normalmente no se quería poner. Podía patentar la pócima o bien ofrecerla gratis y que todo el mundo se hiciese invisible, de esa manera se matarían varios pájaros de un tiro, la superpoblación en alguna medida se atenuaría, al margen del espacio que seguiríamos ocupando y además estaríamos en condiciones de igualdad, las diferencias sociales desaparecerían, aunque los tontos inevitablemente seguirían campando como si tal cosa.
   He encontrado la solución y me siento liberado ( la pócima también me permite vuelos cortos). Si queréis saberla solamente me lo tenéis que decir.




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