sábado, 14 de febrero de 2015

El ÍNCLITO


      Un buen día  recibí una carta de la empresa donde trabajo, me han echado a la calle, sin más, me mandan el finiquito directamente a mi cuenta bancaria. He intentado entrar en las oficinas, imposible, ya no trabajo allí, de momento he dejado de existir, tal es el vacío que siento que no me encuentro ni palpándome, vago por las calles sin ningún tipo de sentimientos, floto, estoy solo. En el telediario de la noche me despierta de mi vacío unas palabras de un tal Hernando portavoz del partido popular, "los trabajadores que tienen un puesto de trabajo ya no tienen miedo a perderlo". No me atrevo a interpretar aquello ni que lectura sacar, al menos de momento, tiene que pasar horas para digerir aquella frase. Al día siguiente le mando una carta al ínclito Hernando preguntándole que quiere decir, qué es lo que pretende. Por supuesto que no me ha contestado.

Han pasado varios días de recogimiento, de pensar, de dudas, de asimilación del estado en que me encuentro, de las palabras del sujeto Hernando, del exabrupto, de la falacia pronunciada tan alegremente. Esta gente es la que toma decisiones por nosotros, este es la gente que sin inmutarse dice las barbaridades mas grosera que un individuo pueda pronunciar. Es posible que piense el sujeto aquello de que el sufrimiento alarga la vida. Todo es posible salido de estas fauces.

El caso es que es que el tal individuo tenga sus razones de peso, o que sea un iluminado, lo he pensado durante largas noches. Al fin el miedo ha desaparecido y me encuentro dispuesto a lanzarme nuevamente al mundo laboral, se acabaron las medias tintas, he decidido hacerme  autónomo.
He hecho un curso de atracador de bancos, he aprobado. Los dos primeros han sido un éxito.

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