Hacía tiempo que nos la veía y ahora se las podía ver emparejadas, mujeres maduras con sus cuadernillos debajo del brazo paseando arriba y abajo por el paseo marítimo. Sabía perfectamente quienes eran y que querían, ya me habían abordado en más de una ocasión teniendo conversaciones que derivaban con una facilidad pasmosa en discursos surrealistas. Pretendían evangelizarme, dejarme folletos y en último término venderme algunos de sus libros. Las dos primeras veces que hablé con ellas les seguí la corriente, pero a la tercera y en función de que el abordaje siempre fue por su parte, el diálogo lo fui haciendo poco a poco más agresivo, también molesto por que me habían interrumpido la lectura, preguntándome precisamente si me gustaba leer. De ahí a darme un folleto con la palabra de dios todo fue uno, yo les dije que no era creyente y que no tenía ninguna intención de leer aquello, además, añadí, que la palabra de dios no podía estar escrita por el simple hecho de que dios no existe, en todo caso aquellos folletos eran palabra de hombre y ya sabemos como es la palabra de hombre, y encima si son zafios como los que esto escriben, fíjense ustedes. Se crecieron espantadas y orgullosas y me dijeron que en la biblia estaba la palabra de dios, que si no había leído la biblia. Les dije que no, pero que estaba dispuesto a leerla si me contestaban a unas simples preguntas que irían implícitas en mi discurso y que podrían responder al final. Se miraron un tanto perplejas y me dijeron que podía preguntar lo que quisiese, al fin y al cabo estaban con la verdad..
Lo primero que no entiendo del catolicismo es lo de infierno y cielo con su purgatorio y el limbo añadido, no llego a comprender cómo se puede castigar o premiar por los actos de una vida tan corta vivida por individuos imperfectos. ¿Quién tiene ese valor?, indudablemente dios con sus designios o más bien sus caprichos, puesto que todo ya lo escribió, lo redactó o lo planeó.
Sin dar mayor importancia a lo anterior, el núcleo del asunto, les dije, es después de la muerte. Una vez perdida la carcasa nos quedamos al parecer con el alma, que nadie sabe como es ni en que estado se encuentra cuando uno se muere, pero si parece por obvio que todos los deseos carnales desaparecen; no tenemos hambre, ni sed, ni respiramos, no necesitamos el sexo, etc, etc. La imagen de este alma tampoco la podemos imaginar, si un individuo era hermoso o hermosa, feísimo o feísima, contrahecho , estúpido, joven, viejo, o como quiera que pasó al otro barrio, cómo quedaría reflejada ese alma. Supongo que el alma desde que nacemos es inalterable y tiene su imagen delineada independiente de su cuerpo terrenal.
La hemos palmado, estamos en estado almánico y nos encontramos a la espera del juicio final, se entiende en una antesala abarrotada e inmensa donde nos vamos apelotonando los millones que dejaron el terruño. ¿Cuándo será este juicio?, se supone que cuando no quede ser humano sobre la faz de la tierra o del universo, que lo mismo reventamos mañana en este pequeño mundo o la vida nos lleva a expandirnos por esos planetas allende los universos.
¿Mientras llega el juicio qué se hace? Pecata minuta, no tiene importancia, el caso es que llegará tarde o temprano, para el caso da igual. Llegado el juicio tendremos tres sitios donde ir, a los del limbo no creo que pasen por el jurado, serán pues, el cielo, el infierno y el purgatorio. No veo yo que nadie pueda ir al infierno, no sería justo que por unas maldades hechas en cinco, diez o veinte años, los que queramos dentro de nuestra vida, fueran al fuego eterno, que por cierto siendo almas, algo incorpóreo, creo yo, no podrían quemarse, ni por supuesto sacarles los ojos con un punzón, arrancarles las uñas con unos alicates, o simplemente ponernos electrodos en los huevos. Luego los castigos sufridos deberían ser de tipo psicológicos, unos demonios trabajándote el coco por una eternidad no me cuadra bien, claro que dios con su infinita sabiduría sabrá torturar adecuadamente. Aquí mis dos queridas evangelizadoras quisieron abrir la boca, a lo cual reaccioné rápidamente tapándoselas con las manos y amenazándolas con el estrangulamiento si rechistaban. Por supuesto no dijeron ni pío. El purgatorio sería para pequeños pecadillos y que pasado un tiempo irían de cabeza al cielo. Bien es verdad que nos tendrían que haber dicho antes los castigos correspondientes a cada pecado, de esa forma nos atendríamos a las consecuencias, se bien que hay normas, pero con todo y con eso creo que falló el equipo jurídico.
A mi personalmente me interesa el cielo, ya que el que suscribe es bueno, se entenderá que esos intentos de estrangulamiento son meras fanfarronadas, no creo estén en ese código penal secreto. Pasamos por el jurado que nos dan el visto bueno y al cielo de cabeza. Supongo que nos darán un manual, quizás no haga falta, puesto que allí ¿qué se hace?. Los placeres de la carne como he dicho no se pueden dar por la sencilla razón de que ésta no existe, nos quedan los placeres espirituales propios del alma, que sería entiendo la contemplación, pero, ¿qué contemplamos eternamente sin que se nos canse el sentido que nos quede?
Te han quitado, esto se puede llamar así, te han quitado un par de huevos fritos con patatas, una buena peli, un buen polvo, una ración de gambas a la plancha, un buen vino de donde os guste, esas lecturas inolvidables, te han quitado esos pequeños placeres que es de lo que uno vive y te mandan a la eternidad a contemplar con tu bella alma resplandeciente.
Les pasé la mano por los hombros a mis dos amigas, ya las consideraba así y les dije muy afligido, ¿qué se hace hasta la eternidad?, ¿no será mejor la nada?. De sendos manotazos me apartaron las manos y con ojos de rencor y ira me llamaron ateo y se alejaron como si hubiesen visto al mismo diablo. Me mosquee no sea que hubiese sido imprudente, al darme la vuelta ahí estaba, se me había salido el rabo por la pernera.
La situación que nos describe Franki Salbla, no es nueva, ni tampoco exclusiva de las religiones. Existen en la política, con todas y cada unas de las opciones pregonando sus exccelencias y asegurando ser la más justa, la más pura, la más honesta etc etc. También, ¿como no? en los postulados o tesis económicas. En definitiva posturas radicales y anunciadoras de que la contraria o el contrario es la perdición total, la condena en vida.....la muerte.
ResponderEliminarOtro gallo cantaría si esos terminos tan, miserablemente manoseados, se hicieran realidad, me refiero a la solidaridad, a la justicia, al amor, a la honestidad.
Gracias Franki Salbla, por tus reflexiones.