A LAS BARRICADAS

 

  Hay que sacar de los desvanes, de los arcones, de los rincones perdidos: los arcabuces, flechas con sus puntas envenenadas, revólveres, lanzas, cualquier instrumento para defenderse. Estamos en estado de sitio. Se ha declarado la ley marcial, deberíamos estar en posición de ataque, ya no valen las defensas o nos pudrimos todos, este país, esta españa, está podrida. Como tantas veces he escrito en este blog me voy a repetir una vez más, ¿qué hacer? Cómo apartar a tanto autista que de mirar hacia otro lado no mira, o mira su panza engordada con los robos masivos a los tontos pasivos.

  Una idea banal, espero se os ocurra algo más positivo, es la de no votar a ninguno de estos dos que se han repartido el pastel con total impunidad, me repito, impunidad, puesto que lo que sale a la superficie no llega ni a un simple aperitivo. Dejar que gobiernen a los que empujan y cuando se forren hacer lo mismo, echarlos, el bucle perfecto. No desesperéis, esto no tiene arreglo. Me voy a ver si timo a mi vecina que no tiene donde caerse muerta

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DE CIORAN

   

   Sociedad (permisiva)…es decir, sociedad sin prohibiciones. Pero una sociedad sin prohibiciones a la larga se disgrega. Pues sociedad y prohibiciones son términos correlativos. Por eso, una sociedad se adapta mejor al terror que a la anarquía. La falta de libertad es compatible con cierta prosperidad, pero la libertad total es estéril y autodestructiva. Ése es el drama.   

      Sensualidad y desánimo combinan perfectamente.

      Cuando ya no se cree en nada, se puede aún creer en eso.

      Sin la idea de un universo fracasado, el espectáculo de la injusticia bajo todos los regímenes conduciría a la camisa de fuerza incluso a un indiferente.