De las multitudes

Hace ya unos días íbamos caminando por unos parajes de Jimena de la Frontera. Dicen de estos que son los restos de la auténtica selva mediterránea, y es creíble, y es fantástica la belleza de esta selva con su río, el Hozgarganta, un río que cuando lleve agua debe ser impresionante ( estaba medio seco cuando lo vimos).
Tres parejas ociosas paseábamos por entre alcornoques, encinas, quejigos y algún que otro pino, admirando todo ese mundo que surge en el momento más inesperado. Pero tres parejas por semejantes sitios pueden ser multitud, sobre todo cuando los comentarios derrochan simplezas y caminan con celeridad de asuntos familiares a la frase fugaz sobre una planta, pasando al asunto de la prima con el niño con gripe.
Nos asomamos a un mirador y en todo el horizonte espectacular, lo único que apreció casi el completo de aquella multitud, fueron unos pinos en no muy buen estado, alguna rama tronchada y cierta sequedad. El comentario fue que las nevadas habían tumbado aquellos pinos.
En Jimena de la Frontera la última gran nevada fue en el 2005 (2 centímetros), los viejos del lugar no recuerdan una nevada mayor.
Lo bueno de caminar por los bosques, es que te puedes perder (también se puede perder uno en cualquier lugar), como nos perdimos mi mujer y yo en la primera vereda que tomaba un camino distinto por aquel por donde transitaba la multitud