Esta historia me sucedió paseando por una playa del sur de Portugal. Sería a primeros de Mayo de un día claro y perfecto como sólo se dan en este mes, no había nadie a la vista y la sensación era plena, cuando al pronto o por lo menos antes no lo había observado, vi una silueta delgada y alta que se acercaba a grandes pasos. Era un marciano, cómo lo sabía que era marciano lo ignoro, el caso es que era marciano. Me contó que en un Fanzine de unos cuantos años atrás alguien había dibujado una historia que era verdad. No entendí ni papa, primero por la aparición del marciano, segundo, hablaba español mejor que yo, después lo del Fanzine y su historia que no recuerdo como se titulaba.
El marciano me agarró del brazo con delicadeza y me empezó a contar el cuento. En los años prostones (debe de equivaler a millones de años atrás en el tiempo) dos gigantes extraterrestres aterrizaron en este planeta, la desolación era total, no había signo de vida alguno, si acaso alguna charca ácida dispersa en las mismas condiciones. Esto los deprimió ya que según sus cálculos y observaciones este planeta tendría que haber tenido vida. Desolados se dispusieron a subir a la nave para irse cuando uno de ellos tubo un apretón, vamos, que se cagaba, ante lo imperioso del hecho se bajó lo que parecía unos pantalones y dejó la impronta en una charca que le pillaba al paso, acto seguido y después de asearse el orificio evacuatorio se fueron con viento fresco.
La historia se acabó, me quedé mirando al marciano con cara de incredulidad, movió la cabeza de arriba abajo y se largó, me quedé pasmado, incrédulo, le llamé gritando como un poseso, se volvió en la lejanía y con gestos más que elocuentes fue reculando sin dejar de mover la cabeza de arriba abajo.
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