He descubierto una región que se llama Abundia, y lo grande del caso es que no se donde está, no se definirla, no se muchas cosas por que en cuanto salí de aquellos parajes todo se volvió nebuloso. Lo que recuerdo es lo más parecido a un recuerdo soñado, pero es real y está ahí, con sus pueblos diseminados, aparentemente normales, procuraré contar cosas que me sucedieron en uno de sus pueblos, entremos en Abundia.
Juntorevuelto ( me chocó el nombre) no es un pueblo ni abundante ni copioso, es simplemente un pueblo a rebosar de comprensión. El nombre de la región no concuerda con lo que significa Abundia, en donde están estos parajes ni sobra ni falta, hay lo que hay. Ahora bien, en cuanto a personal el pueblo es la leche, no habrá abundancias, pero amigotes, los que quieras, es el pueblo más socializado del mundo, es el paraíso, por lo menos esa fue la primera impresión.
El pueblo es como uno más que te puedes encontrar en cualquier sitio, pero la atmósfera que se respira de afectos, lo notas enseguida. Se desprende del entorno, de sus habitantes, un vaho mágico, de querer quererte y el afecto que intuyes se materializa enseguida. te abrazan, te besan, te achuchan, no encuentras ningún tipo de prejuicio, no te miran mal por tu forma de vestir, de andar, de lo que sea, te aceptan tal como eres. Los bares es un jolgorio y la conversación es espontánea con quien sea, ya sea la abuelita o la chavala más potable del lugar, que por cierto no se cortan a la hora de darte un empujón con sus caderas allá donde puedes sufrir un cambio que te haga perder el norte.
El restaurante elegido para comer (todos los demás eran iguales) me sorprendió, no había mesas, mejor dicho sólo había una mesa, todo lo larga que se permitía el local, te sentabas en una silla libre y a comer con comensales que no habías visto en tu vida, fue genial, eso sí, mi comida la pagué yo, estaría bueno. Las conversaciones eran fluidas y se hablaba de todo, de fútbol, de política, de mujeres, de hombres, una gloria vaya.
Después de comer me fui a la cafetería para reposar de la copiosa comida y tomarme el cafelito. Lo mismo, una única mesa y todos juntos, fenomenal, aunque quizás me hubiese gustado un poco más de calma y darme una cabezadita. Pero no hay mal que por bien no venga, allí estaba sentado al lado de una moza de muy buen ver y con ganas de jarana. El café estaba lleno a rebosar y claro tuve que arrimar la silla a la de ella, tan juntas que nuestros muslos se apretaron uno junto a otro. Así las cosas y que si por aquí y por allá me propuso irnos a retozar y acepté. Cogidos de la mano me llevó al Ayuntamiento, a una habitación habilitada para los menesteres en los que yo pensaba. Imagínense varias camas, varios sofás, y parejas en pelotas por doquier haciendo lo que las parejas en pelotas hacen. Los gruñidos, risitas, grititos, todo ello con los ojos cerrados formaban un algo armónico, eran los sonidos del placer universal, muy estimulante , así que, a la faena con todo el corazón y claro, lo demás. Tengo que decir que me corté un pelín al principio, pero una vez metido en harina me ilusioné como cualquier hijo de vecino, ¿quién le hace ascos a una especie de bacanal?
Una vez terminada aquella sesión acabamos otra vez en el café, tomamos un refresco para despejarnos y ahí vino la cosa, me entraron ciertas prisas, el cuerpo me pedía con urgencia evacuaciones menores y mayores. Claro que me mosqueé, pero no había remedio, tenía que ir al water. Excuso decir otra vez que esta vez me corté de verdad. El water era unisexo, grande, hermoso, diáfano y luminoso, con espejos a todo lo largo de la pared, con varias tazas pegadas a ella y el personal cagando tranquilamente con expresión beatífica.
Que pena, Juntorevuelto, el pueblo mas socializado del mundo me decepcionó un poco, aunque creo que volveré, que por cierto, no mirar en los mapas, ni buscar la región de Abundia, no los vais a encontrar jamás, el lugar soló quedó gracias a no se quien en las coordenadas de mi TomTom.